SANTA APOLONIA

Ilustración de Sta. Apolonia, patrona de los odontólogos, por Zurbarán (1936-1940)

El día 9 de febrero hacen fiesta las mujeres que se llaman Apolonia, bellísimo y sonoro nombre con una espléndida o abierta y con una audaz ela geminada (aunque Alcover-Moll, priorizando la pronunciación popular sobre la etimología, prefiere escribirlo con ella simple). Nombre en general no muy corriente —en el país no ha generado toponimia—, pero tradicionalmente ha sido un nombre corriente en Mallorca, donde se pronunciaba usualmente Paloni.

El nombre se relaciona con el dios Apolo, dios griego y romano de la belleza, la poesía, la música y las artes en general, y ninguna de las musas. Apolonia significa ‘aquella que tiene las cualidades de Apolo’, Dios le da.

Las Apolonias deben su nombre a una santa de Alejandría del siglo III que forma parte de la corrua de vírgenes mártires que últimamente nos llena esta sección, aunque en este caso salimos del clásico guión de las persecuciones imperiales y del procónsul despiadado que las aplica escrupulosamente. La historia de Apolonia la conocemos por una letra del obispo de Alejandría Dionisio, contemporáneo de la santa, dirigida al obispo de Antioquia y conservada en la Historia de la Iglesia del historiador cristiano Eusebio de Cesarea. Según estas fuentes, en 248 hubo en Alejandría una revuelta popular contra los cristianos, algunos de los cuales las pasaron bien estrechas.

A Apolonia le golpearon una señora paliza y a palos le quitaron todos los dientes. No satisfechos con esta colecta, prepararon una hoguera y le hicieron ofertas de quemarla viva si no pronunciaba unas frases blasfemas contra Cristo o invocaba a los dioses de Roma. La mujer no sólo se negó a tales proposiciones sino que decidió acortar la ceremonia arrojándose ella sola a las llamas. Pero ah, Dios, como siempre, estaba preparado para una intervención inmediata y las llamas no le hicieron más que el placer de un buen aire acondicionado en un riguroso día de invierno.

La solución para los verdugos, como siempre, la decapitación. Y la hicieron santa —pese a que el suicidio es un pecado mortal para la Iglesia católica— y su devoción se extendió pronto. Sus reliquias están esparcidas por todo el mundo, sobre todo los dientes, que son muchos más que las treinta y dos piezas reglamentarias.

El papa Pío VI (1717-1799) quiso juntar todas las que había esparcidas por Italia y recogió tres kilos. En Francia se censaron cerca de quinientas. Esto es lo que se dice tener un excelente vallado. Por el episodio descrito más arriba de los dientes, Santa Apolonia es invocada contra el dolor de muelas, cosa muy lógica, y es la patrona de los dentistas, lo que no deja de ser algo problemático para los estomatólogos si se toma como a base para el patronaje la tortura y el dolor que se infirió a la pobre mártir. Quizás más valdría que fuera la patrona de los clientes de los dentistas.

Muchos años, Apolonia.